En una escena que desafía la imaginación, nos encontramos con una imagen que dejará perplejo incluso al más incrédulo: un caballo, erguido en lo alto del techo de una casa en Canoas, Rio Grande do Sul, Brasil. Las fotografías, tomadas en la mañana de hoy, muestran al noble animal en una situación desesperada, sin ruta de escape y con apenas espacio para maniobrar en las estrechas tejas. Con sus patas cuidadosamente equilibradas a ambos lados del tejado, el caballo parece seguir la marea creciente del agua con una calma digna de admiración.
Los medios de comunicación han sido rápidos en difundir estas imágenes, instando a la comunidad a unirse en un esfuerzo por rescatar al equino o al menos brindarle algo de sustento. Las advertencias son claras: si no se toman medidas pronto, el animal corre el riesgo de perecer de hambre.
La Defensa Civil ha anunciado el inicio de una operación de rescate, aunque los detalles aún son escasos. Sin embargo, numerosas organizaciones se han movilizado para ayudar a los animales afectados en el estado.
Pero el drama no se limita a los animales; entre los estragos de las inundaciones, también se pierden incontables mascotas. Para abordar esta angustiante realidad, grupos de protección animal están redoblando sus esfuerzos para rescatar a estos seres indefensos. Simultáneamente, otros ciudadanos se han unido en una campaña en las redes sociales, utilizando todos los medios disponibles para reunir a estas mascotas con sus dueños o encontrarles un nuevo hogar en medio del caos.
La cifra de víctimas mortales ya ha superado el centenar.
Las autoridades instan a la población a no regresar a las zonas de peligro, advirtiendo sobre la posibilidad de deslizamientos de tierra y riesgos para la salud derivados de las aguas contaminadas, como destacó Sabrina Ribas, portavoz de la Defensa Civil, en declaraciones a la prensa.
En más de 400 municipios afectados, incluida la capital, Porto Alegre, más de 160 mil personas han sido evacuadas de sus hogares debido a esta catástrofe climática, cuya magnitud los expertos y el gobierno brasileño atribuyen al cambio climático.
El costo humano y material es devastador: cerca de 100 mil viviendas han sido dañadas o destruidas por el embate de la naturaleza. Las pérdidas económicas se estiman en más de 4 mil 600 millones de reales (908 millones de dólares), según las estimaciones de la Confederación Nacional de Municipios.
Aunque el nivel del río Guaíba, que se desbordó sobre Porto Alegre, ha descendido a 5.14 metros hoy, la situación aún es volátil, recordándonos la fragilidad de nuestras vidas frente a las fuerzas implacables de la naturaleza.
