El volcán que estalló el pasado domingo en Islandia ha moderado su furia, aunque no sin antes provocar la evacuación de una localidad de 4 mil almas.
Este lunes, el intrépido periodista Bjorn Steinbekk compartió a través de sus redes sociales desgarradoras imágenes capturadas por un dron, revelando cómo ríos de lava devoran sin piedad las casas del pacífico pueblo de Grindavik.
La decisión de Steinbekk de difundir libremente el video no fue impulsada por la sed de la noticia, sino por el deseo de sensibilizar sobre el sufrimiento palpable de aquellos que ahora ven sus hogares consumidos por la naturaleza desatada.
El comisario de la Policía Nacional de Islandia rebajó el viernes la amenaza del volcán, según un comunicado de la Agencia de Protección Civil del país.
A pesar de que actualmente no se detecta actividad visible en el volcán, la autoridad de Protección Civil indicó que se ha cambiado el nivel de “emergencia” a “peligro”.
Sin embargo, la oficina meteorológica de Islandia lanzó una advertencia contundente: las posibilidades de una nueva erupción en la región circundante al sistema volcánico de Svartsengi, donde el magma sigue acumulándose, aumentan constantemente.
En un comunicado emitido el viernes por la noche, la oficina señaló que la evolución actual podría desencadenar otra intrusión de diques y, en última instancia, una nueva erupción volcánica. La amenaza persiste, incluso cuando la aparente calma engaña a la mirada superficial.