Moscú hizo ejercicios con ojivas atómicas en Kaliningrado, su enclave muy cerca de las repúblicas Bálticas y Polonia
La prensa adicta al régimen de Vladimir Putin prepara desde hace semanas a los rusos para una posible confrontación nuclear. El Kremlin amenaza con lanzar un ataque con bombas atómicas desde el inicio de la invasión a Ucrania el 24 de febrero. Su arsenal nuclear está en alerta máxima. Y ahora hizo una prueba de lanzamiento de misiles con capacidad para transportar ojivas nucleares desde su enclave de Kaliningrado, un territorio entre Lituania y Polonia que sigue estando bajo la soberanía de Moscú.
La grave intimidación sobre la Humanidad que parecía ya haberse disipado tras el fin de la Guerra Fría, vuelve a presentarse como una posibilidad. Indicios de que en el caso de que se viera acorralado, Putin podría estar dispuesto a apretar el botón rojo.
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Las fuerzas armadas rusas realizaron esta semana unos sorpresivos “juegos de guerra” en las narices de Europa. Y practicaron “lanzamientos electrónicos” de sistemas móviles de misiles balísticos Iskander con capacidad nuclear. Así lo anunció con cierto grado triunfalista el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado. Describió que los lanzamientos se practicaron con objetivos que imitaban sistemas de misiles, aeródromos, infraestructuras ferroviarias, equipos militares y puestos de mando. Y detalló que las unidades implicadas también practicaron “acciones en condiciones de radiación y contaminación química”.
El Iskander tiene un alcance de unos 300 km, por lo que los misiles lanzados desde la región de Kaliningrado podrían alcanzar objetivos en el oeste de Ucrania, Polonia, los países bálticos e incluso partes de Alemania.
Y estos simulacros se producen tras la espectacular presentación en Moscú, el 29 de abril, del nuevo misil balístico intercontinental (ICBM) Sarmat. Puede lanzar sus cargas útiles sobre objetivos en Estados Unidos a una distancia de hasta 18.000 km. Putin dijo que el Sarmat “no tiene análogos en el mundo y no los tendrá en mucho tiempo” y será “motivo de reflexión para quienes, en el calor de una retórica agresiva y frenética, intentan amenazar a nuestro país”.
En forma paralela en la cercana Bielorrusia, aliada de Rusia que permitió a las tropas de Putin pasar por su territorio para invadir Ucrania, organizó sus propios “juegos” de guerra. El gobierno del dictador Alexander Lukashenko anunció que fue un simulacro “sorpresa” para poner a prueba la capacidad de reacción de su ejército. Las unidades militares bielorrusas estaban probando su capacidad para “entrar en alerta, desplazarse a zonas predeterminadas y realizar entrenamientos de combate”, dijo el ministerio de Defensa de Minsk.
El movimiento de pinzas ruso/bieloruso que fue tomado como una “alerta roja” en Washington y Bruselas. Todo indica que Putin está preparando un nuevo escenario. Podría abrir un nuevo frente de guerra en el Báltico con la ayuda de Bielorrusia y levantando lanzaderas de misiles nucleares a unos pocos kilómetros de Varsovia y Berlín, además de las aún más cercanas Vilnus, Riga y Tallin. Aquí aparece el llamado “talón de Aquiles de la OTAN”, la denominada brecha de Suwalki.
Una estrecha franja de tierra que conecta Lituania con Polonia, con el enclave ruso de Kaliningrado, en el noroeste, y el aliado de Rusia, Bielorrusia, en el sureste. Con solo 65 kilómetros de ancho, es la única conexión terrestre de los países bálticos con los otros aliados de la organización militar occidental.
Putin podría ordenar bloquear ese acceso y separar a las repúblicas Bálticas del resto del continente para usar ese ex territorio de la Unión Soviética como plataforma de una guerra más extendida, cercana a las principales capitales europeas y desde donde lanzar misiles nucleares con mayor precisión.
Fuente: Infobae