La declaración de 2001 dejaba en claro que la participación de las naciones dependía del pleno funcionamiento de la democracia. Venezuela, Cuba y Nicaragua están lejos de acercarse a esos estándares
Nicolás Maduro no pisará por el momento Estados Unidos. Tanto el dictador de Venezuela, como Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega -sus pares de Cuba y Nicaragua– no fueron invitados a la IX Cumbre de las Américas por violar sistemáticamente los derechos humanos en sus países y no cumplir con los estándares más básicos de una democracia. Washington no tiene interés en darle voz a quienes no ofrecen la misma oportunidad a los opositores de sus países. El hombre fuerte de Caracas sólo aspira a contar en Los Ángeles con un vocero: el presidente argentino Alberto Fernández.
“Vamos a estar bien representados en la voz del presidente Alberto Fernández”, señaló Maduro y agregó: “El presidente Fernández es un hombre valiente, que lo que cree lo defiende; y él está en contra de la exclusión”. El jefe de estado argentino también pidió la inclusión de las tres dictaduras a la cumbre regional, como su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien en cambio se ausentará de la cita en aquella ciudad norteamericana.
Lo cierto es que el país anfitrión es el único responsable de la organización y tiene la facultad de invitar según los criterios de la Carta Democrática Interamericana. Washington se basa en la declaración firmada por todos los países miembros en una cumbre clave: Quebec, en 2001. De acuerdo a los parámetros del derecho internacional, su accionar está dentro de la ley.
Rubricada en aquella ciudad canadiense en abril de ese año, las naciones participantes decidieron que se excluiría a aquellos regímenes que no se rigieran por los principios democráticos: “El mantenimiento y fortalecimiento del Estado de Derecho y el respeto estricto al sistema democrático son, al mismo tiempo, un propósito y un compromiso compartido, así como una condición esencial de nuestra presencia en ésta y en futuras Cumbres. En consecuencia, cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del Gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”. Irónico: Hugo Chávez firmó esa resolución.
“Las amenazas contra la democracia, hoy en día, asumen variadas formas. Para mejorar nuestra capacidad de respuesta a estas amenazas, instruimos a nuestros Ministros de Relaciones Exteriores que, en el marco de la próxima Asamblea General de la OEA, preparen una Carta Democrática Interamericana que refuerce los instrumentos de la OEA para la defensa activa de la democracia representativa”, concluyeron los presidentes.
Las violaciones a los derechos humanos y la ruptura democrática en Venezuela, Cuba y Nicaragua son evidentes. Es por ese motivo que los Estados Unidos, país anfitrión, decidió excluirlos. A estos regímenes se solidarizaron México y Bolivia.Nicolás maduro Alberto Fernández cumbre de las Américas0 seconds of 38 secondsVolume 90%
En la Declaración de Principios inaugural de la Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Miami, Florida, en diciembre de 1994, durante la presidencia de Bill Clinton, también se insistió en la importancia del respeto de la democracia entre sus integrantes.
El texto rubricado por las 34 naciones que concurrieron a la cita en el sur norteamericano es claro en el “pacto para el Desarrollo y la Prosperidad” que acordaron sus presidentes. “Los Jefes de Estado y de Gobierno elegidos de las Américas estamos comprometidos a fomentar la prosperidad, los valores y las instituciones democráticas y la seguridad de nuestro Hemisferio. Por primera vez en la historia, las Américas son una comunidad de sociedades democráticas”, señala el texto. ¿Qué podrían aportar Maduro, Díaz-Canel y Ortega a estos principios?
En otro apartado, el texto indica claramente su principal objetivo: “Preservar y fortalecer la comunidad de democracias de las Américas”. “La Carta de la Organización de los Estados Americanos establece que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región. La democracia es el único sistema político que garantiza el respeto de los derechos humanos y el estado de derecho; a la vez, salvaguarda la diversidad cultural, el pluralismo, el respeto de los derechos de las minorías y la paz en y entre las naciones. La democracia se basa, entre otros principios fundamentales, en elecciones libres y transparentes, e incluye el derecho de todos los ciudadanos a participar en el gobierno. La democracia y el desarrollo se refuerzan mutuamente”.
“Reafirmamos nuestro compromiso de preservar y fortalecer nuestros sistemas democráticos en beneficio de todos los pueblos del Hemisferio. A través de los organismos competentes de la OEA, trabajaremos en favor del fortalecimiento de las instituciones democráticas y de la promoción y defensa de los regímenes democráticos constitucionales, de conformidad con la Carta de la OEA”, agrega el escrito. Y concluye: “Nuestras treinta y cuatro naciones comparten un compromiso ferviente en favor de las practicas democráticas, la integración económica y la justicia social”.